La asistencia militar estadounidense y las políticas de desestabilización e intervención en la región han sido un tema tratado a través del tiempo; lo que no es común es plantearse qué hay
más allá y qué otras dimensiones de la asistencia estadounidense están vinculadas a su política de seguridad en el hemisferio, cómo opera, a qué ámbitos van destinadas esas partidas, qué
impactos tienen. Esta investigación nos permite no sólo hacer una lectura renovada de las dimensiones e impactos de la asistencia de Estados Unidos en América Latina, sino también
complejizar la lectura de los procesos de desestabilización que la región está viviendo en el siglo XXI.

María José Rodríguez Rejas

En ambos casos [Perú y Bolivia], el factor anticomunista, en tanto amenaza política y militar, no deja de estar presente, al que se agrega un atípico factor de amenaza híbrida: el
“narcoterrorismo”. Esta nueva narrativa de la seguridad (narcotráfico, terrorismo, narcoterrorismo) suele ir de la mano de una gramática como la de “Estado fallido” o “crimen
organizado transnacional”, cuyo simbolismo maniqueo y muchas veces difuso, induce a los gobiernos de la región a seguir este rumbo hegemónico sin interpelarlo.
Los resultados de la influencia y adopción de las hipótesis de amenaza impuestos por Estados Unidos han provocado ríos de sangre, luto y dolor en los pueblos, además de construir una
intolerable cultura de impunidad en favor de las entidades y funcionarios públicos uniformados. De la misma forma, impidieron e impiden la construcción autónoma de políticas
de seguridad nacionales con arreglo a diseños soberanos.

Loreta Tellería y Juan Ramón Quintana