En el horizonte de los libros por aparecer, encontramos también este libro, fruto de un esfuerzo por poner de nuevo en la mesa la discusión sobre la significación vasta y profunda de las semillas en un mundo donde la agricultura y la alimentación están en el centro de una disputa entre el sistema agroalimentario industrial y las comunidades campesinas, muchas de ellas de pueblos originarios.
La urgente pertinencia de las semillas en manos campesinas nos hace resaltar los motivos de la disputa y las cruciales implicaciones para la soberanía alimentaria, y por supuesto para la autonomía de los pueblos.
Para eso, Acción por la Biodiversidad, la FRL y GRAIN reunieron a la Red Agricultura Orgánica de Misiones (del Movimiento por las Semillas de Misiones), a Hernán Ouviña, a Camila Montecinos, Patricia Lizárraga, Silvia Ribeiro, Carlos Vicente, Tamara Perelmuter, Claudia Korol, Marielle Palau, Carlos Julio Sánchez y Gilberto Schneider para compartir visiones, problemáticas y reflexiones sobre esta llamada “revolución de la semilla”.
Dice la FRL en el prefacio: “La revolución de una semilla busca ser una herramienta para espacios de formación pero también, acercar al público amplio la complejidad e integralidad de las luchas por las semillas y, sobre todo, acompañar las experiencias en los territorios que defienden y resguardan el núcleo de nuestra alimentación”. Texto a texto se van desgranando las visiones y los puntos de atención que no hay que perder de vista. Dice Gilberto Schneider (del Movimiento de Pequeños Agricultores de Brasil): “A partir de la semilla nacen varias formas de vida y entonces no tener semillas, significa no tener autonomía, vas a depender de las grandes empresas”.
El libro transcurre tejiendo argumentos, que abrevan de la misma Rosa Luxemburgo que buscaba “penetrar las relaciones ocultas de la lógica del capital”, pasando por las relaciones entre la dinámica fluida y compleja entre lenguaje y semillas, documentan la historia del campesinado y su crianza mutua con éstas. En sentido contrario, incluso intelectuales progresistas han buscado y están felices con “la destrucción de las culturas campesinas”. Malamente, el “fin del campesinado” fue y sigue siendo considerada “progresista” y “la Revolución Verde aún se defiende como la solución al hambre, a pesar de toda la destrucción social, cultural y ecosistémica que ha provocado”, se queja Camila Montecinos.
Se reivindica la lucha en defensa de las semillas nativas y se rechazan las semillas híbridas, atadas a paquetes tecnológicos incosteables y deshabilitadores, y por supuesto las semillas transgénicas y la reciente y perversa biología sintética, que subsume pasos en el proceso del cultivo hasta suplantar el ciclo agrícola con manipulaciones de laboratorio.
Es crucial defender la integralidad de la defensa de la tierra, una reforma agraria integral, a la par de la defensa de las semillas: ambas luchas son inseparables. El asalto corporativo a las semillas simboliza el advenimiento de ese sistema agroalimentario industrial que busca adueñarse de toda la alimentación y la agricultura del planeta, incluido el tráfico de sustancias tóxicas que hacen adicta la tierra o las semillas para poder funcionar, como lo plantea Silvia Ribeiro. Carlos Vicente deconstruye la aberración jurídica y epistemológica de UPOV, que de algún modo se apropia de la mera posibilidad de que se reproduzcan libremente las semillas, privilegiando a las corporaciones, y excluyendo los millones de vidas con sus intercambios de siglos que nos arrojan las semillas campesinas como las conocemos ahora. Todo el cercamiento de las semillas en la certificación y la propiedad intelectual refuerzan este escenario de exclusión, como lo enfatiza y documenta Tamara Perelmuter. La historieta de Carlos Julio Sánchez nos ilustra la propuesta de lo que son las casas de semillas.
No podía estar completo el libro sin la mirada sobre los feminismos campesinos, y su cuidado de las semillas. Para Claudia Korol y Marielle Palau, “el surgimiento de las organizaciones feministas en el campo está en plena construcción y requiere de sus propios caminos, tiempos e identidad”, e incluye una serie de testimonios de mujeres en el campo que le agregan una fuerza inusitada a la recopilación.
Por Ramón Vera-Herrera
Publicado originalmente en la Ojarasca – La Jornada (México)