$14300
El 26 de junio de 2002 el gobierno de Eduardo Duhalde desató una represión criminal sobre la manifestación que mantenía cortado el Puente Pueyrredón, en la que fueron asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Más de cuatro mil desocupados habían llegado hasta Avellaneda aquella mañana, en una jornada que dejaría además un saldo de 33 heridos de balas de plomo.
Si la investigación desarrollada en Darío y Maxi es el relato periodístico que evidenció la planificación criminal de la Masacre de Avellaneda, La pasión del piquetero es el relato poético que resucitó la dignidad y el carácter profundamente humano de los militantes asesinados en el Puente Pueyrredón.
¿Cómo pueden abrir, en el desierto, las brillantes flores de los cactos?
Empecinamiento de agua, o en palabras del mismo Zito Lema “la obstinación obstinada del amor”. Obstinación del poeta en hacer de la tragedia, una oda a la vida, cuando la muerte no llega, sino que irrumpe, absurda, del brazo largo del imperio para convencernos que la lucha por la dignidad es el absurdo.
Y lejos de convencernos, nos empecina.